Capítulo 15. Los pajaros de Auschwitz. Arno Surmiski. Narrativa Salamandra.

El horror nazi y el horror de la segunda guerra mundial nos dará y nos dio grandes novelas, grandes libros: Suite Francesa o H, h, h, h, h o Pompas funebres o El dolor o El lector o, pero este no es el caso.
De partida, como tesis, me parece enorme, maravillosa: un joven polaco, apresado en el campo y un nazi, un comandante; se unen para catalogar, dibujar, estudiar, publicar un libro sobre la riqueza ornitológica que rodea el campo de concentración.
Me apasiona pensar y lo he pensado mucho, la verdad, cómo la vida, las estaciones, continuan mientras los hombres, bobas criaturas, matan por ideas que se hacen viejas, fronteras que no existen y por religiones que no son más que superchería: las aves anidan, los árboles echan hojas y frutas, en los ríos las ranas crían, croan, las amapolas llenan de rojo el prado y pasan de bombas, tanques, invasores e invadidos: la vida (que dice el monumental Kundera) está en otra parte.
Después de mi intensidad de sábado por la mañana, contar que esta novela que pintaba de cojones, se queda, en mi humilde opinión, en borroncito.
Es bien intencionada, pero nada más: los dos personajes carecen de profundidad y fuerza, son borrosos, la situación extrema es casi idílica, no tiene capacidades literarias, su prosa es plana y la traducción es nefasta.
Parece que quiere narrar todo en un santiamén, no profundiza en su idea, en lo absurdo de esa situación; no sabe terminar bien la novela, ni empezarla, ni desarrollarla.
Lástima, pero el recuerdo de estos pájaros se va como vinieron, volando.

sábado, 22 de junio de 2013

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