Capítulo 5. Años lentos. Fernando Aramburu. Tusquets editores.

Qué novelón, amiguitos. Estoy escribiendo esta entrada, llorando a moco y baba. La primera vez que leo algo de este grande y tengo mono de más. Es una novela corta e intensa, todo es triste y está contado con tanto carińo y tanto sentido del humor, muy inteligente, muy tierno, un relato de apariencias que no sólo son eso, apariencias. Sería imposible recrear este mundo de la ciudad de San Sebastian, gris, sucia, miserable, llena de miedo de los años del final del (puto) franquismo si Aramburu no hubiera puesto tantas ganas de hacernos reir.
Es una novela Galdosiana en partes, trufada de otra manera de contar las cosas que no voy a contar para no joderla, no jodérosla, vamos.
Años lentos de vidas grises, de vidas que no interesan, de perdedores, de humillados pero de seres humanos, de personas a las que acabas queriendo: una novela que huele a pies, a verguenza, una novela en la que se escuchan los cotilleos y la asquerosidad de los vecindarios y sus comentarios, que sabe a humedad, a miedo y recuerdos, que insinúa más que cuenta. También, es un poco el trabajo de un buen alumno de Charles Dickens.
Es una novela legal, sincera, brillante, original y cero mentirosa: es un pedazo de novelón como el cerrojo de una penitenciaría.
Os dejo, que voy a seguir acordándome de ella y de sus maravillosos y humildes, pequeños protagonistas; los personajes que a fin de cuentas hacen y viven nuesta historia, nuestas historias.